Menuda novela autobiográfica
El agua no deja de correr por mi nariz. De a ratos, el resfrío; de a ratos, el llanto. Y la regla instalada. Así estoy en estos días, desbordada de fluidos y yo, tratando de aferrarme a algo, por lo menos algo, que no se mueva. Luis me dice que haga la plancha. Pero no puedo. No sé si es la autosuficiencia, la falta de confianza en él o en la vida o qué. Pero siento que si no nado un crawl furioso, tanto líquido va a terminar por inundarme.
Resumo últimas noticias después de estos meses ágrafos. Es que además de que no quiero usar al blog como paño catártico, estoy medio paranoica e imagino que alguno de los implicados puede leer esto y relacionar y dar conmigo. Ni que estuviera ocultando un crimen. Espero recobrar la liviandad del anonimato.
Ya.
Decía, a fines de diciembre me quedé sin trabajo, nuevamente, después de cinco años. Cosa que a mí, como a toda mi generación, la que salió a la vida laboral con las leyes de flexibilización, me resulta tan natural como a otros trabajar. Después de eso, sensaciones contradictorias: angustia natural del caso de quien no tiene una cuenta bancaria ni una red familiar que la respalde, pero también liberación por haberse sacado de encima el peso del mundo. Luego, empezar a pensar qué hacer. Primero, planes para volver a buenos aires (el deseo de todos estos años), luis que se embarca en esa y ya se va, yo que intento algunas fichas por allá, pero luego me arrepiento (imaginar mi vida cotidiana con el bebé en buenos aires, empezar de nuevo allá, me asusta. Y yo que me creía tan arrojada). Y ahora, en medio de este viaje, estamos en que luis se va en abril, yo me quedo acá, buscando laburo y sin saber muy bien adónde estoy parada ni hacia dónde va este barco. Ni siquiera sé si quiero estar con él, tan confusa está la marea.
Algunas cosas que me entusiasman: volver a dar clases, retomar mi tan postergada tesis de maestría, volver a trabajar en algo que me guste (un medio, la universidad), tener más tiempo para leer... Todas cosas (menos la última) que por el momento están por verse y si se dan, será otro tema ver cómo hago con el niño y sin marido.
Espero que pronto el argumento de esta menuda novela autobiográfica me dé un respiro y pueda retomar (¿alguna vez lo tuvo?) un tono alegre y superficial ("lúdica y banal, así te imaginaba", me dijo una vez un tipo al tiempo que me dejaba). "Sólo creería en un dios que supiese bailar", pero no sé si en esta vida aprenderé algo de la gaya ciencia. Ya quisiera ser yo lúdica y banal, hacer la plancha, aunque sea sólo de a ratos. Si alguien tiene una receta, que me la tire.
Resumo últimas noticias después de estos meses ágrafos. Es que además de que no quiero usar al blog como paño catártico, estoy medio paranoica e imagino que alguno de los implicados puede leer esto y relacionar y dar conmigo. Ni que estuviera ocultando un crimen. Espero recobrar la liviandad del anonimato.
Ya.
Decía, a fines de diciembre me quedé sin trabajo, nuevamente, después de cinco años. Cosa que a mí, como a toda mi generación, la que salió a la vida laboral con las leyes de flexibilización, me resulta tan natural como a otros trabajar. Después de eso, sensaciones contradictorias: angustia natural del caso de quien no tiene una cuenta bancaria ni una red familiar que la respalde, pero también liberación por haberse sacado de encima el peso del mundo. Luego, empezar a pensar qué hacer. Primero, planes para volver a buenos aires (el deseo de todos estos años), luis que se embarca en esa y ya se va, yo que intento algunas fichas por allá, pero luego me arrepiento (imaginar mi vida cotidiana con el bebé en buenos aires, empezar de nuevo allá, me asusta. Y yo que me creía tan arrojada). Y ahora, en medio de este viaje, estamos en que luis se va en abril, yo me quedo acá, buscando laburo y sin saber muy bien adónde estoy parada ni hacia dónde va este barco. Ni siquiera sé si quiero estar con él, tan confusa está la marea.
Algunas cosas que me entusiasman: volver a dar clases, retomar mi tan postergada tesis de maestría, volver a trabajar en algo que me guste (un medio, la universidad), tener más tiempo para leer... Todas cosas (menos la última) que por el momento están por verse y si se dan, será otro tema ver cómo hago con el niño y sin marido.
Espero que pronto el argumento de esta menuda novela autobiográfica me dé un respiro y pueda retomar (¿alguna vez lo tuvo?) un tono alegre y superficial ("lúdica y banal, así te imaginaba", me dijo una vez un tipo al tiempo que me dejaba). "Sólo creería en un dios que supiese bailar", pero no sé si en esta vida aprenderé algo de la gaya ciencia. Ya quisiera ser yo lúdica y banal, hacer la plancha, aunque sea sólo de a ratos. Si alguien tiene una receta, que me la tire.
1 comentarios:
Consejos y recetas... pues no, carezco de ellos.
Pero sí puedo decirte que acá hay otra a la que muchos imaginan "lúdica y banal" y en realidad es una furiosa nadadora de crowl, desconforme y a punto de ahogarse casi siempre.
Mal de muchos consuelo de tontos, no? Pero bueh, es lo que hay.
Escucha a tu corazón es la frase que suelo repetirme en ocasiones así, y generalmente resulta bien ;)
Besos y abrazos, muchos.
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