Hoy escribo
Madamelulú, qué bueno que tu librero te haya conseguido lo de Sarduy. Recién ví tu post hoy, y también los comentarios de Una y de Kari. Me alegraron. Navegué poco estos días. Retomo. Mañana empiezo un curso sobre otro libro que amo, y que también tiene que ver con el cuerpo y con sus marcas. Ayer escribí un post largo que se borró sobre esto. Se llama Velos, de Derrida y Helene Cixous. Leerlo y releerlo, a veces solo hojearlo para ver sus dibujos, siempre es una maravilla. No sé que pasará en el curso, es raro un curso sobre un objeto que es tan íntimo, últimamente me genera rechazo la academia, veremos qué pasa. Postearé.
Una de las cosas más lindas del libro, además de sus dibujos -que son de Pignon-Ernest-, es su prólogo. El prólogo lo escribe la traductora, Mara Negrón, quien se define a sí misma como una "lectora des-velada" del libro que traduce, su traducción es magnífica y termina el prólogo diciendo "leer o traducir como cortar sesgadamente en un pliegue o un lienzo". Luego sigue: "Hace varios días que la lectora se encuentra desvelada, entre su cama y su libreta de notas...". A veces pienso que me hubiera gustado ser traductora, pero una traductora como Negrón. Eso me pasa a veces cuando me topo con gente apasionada por lo suyo, me contagian. Ella escribe y traduce desde un estado de conmoción que contagia. Es un libro hecho de a tres, podría decirse. Su traducción impura, velada, no transparente, repite siempre con una diferencia. Negrón no sabe, se confunde, no sabe ya si es lectora o traductora. Velos también habla de una marca en el cuerpo: la miopia y, luego, la pérdida de la miopía. Y después, derrida, escribe sobre el avión, en un vuelo que lo trae, en el 95, a buenos aires. Ojalá lo puedan leer, ojalá les guste.
Malamadre: pensé varias veces en vos en estos días. La primera, cuando fui a operar a mi hijo. En el momento en que entró al quirófano (ya lo había hablado a esto con su padre), les dije al médico y a la enfermera que yo no iba a entrar, que iba a entrar l (podía entrar solo uno de los padres). Me generaba pánico la idea de ir viendo cómo se dormía por el efecto de la anestesia. Cuando anuncié mi decisión, la enfermera respondió asombradísima: "Qué raro, siempre entran las mamás".
Luego, reunión de padres (a la que solo fueron madres, salvo l.) para preparar la fiesta de la familia. Yo también fui, aclaro. Se decide preparar una obra de prokofiev, pedro y el lobo. Los mails que siguen a la reunión siguen siendo dirigidos a las madres, desde otras madres. Yo decido que no seguiré yendo. A la segunda, que es el miércoles, irá l., que por otra parte, no se siente muy cómodo siendo el único hombre de las reuniones. Una madre que yo no conocía, se sentó a mi lado y me dijo: "ah, vos sos la mamá de f, el que se queda solo en los cumpleaños", porque mi hijo, parece, es el único del jardín al que su malamadre deja solo en los cumpleaños. Los chicos la van a pasar bien en la fiesta de "la familia", imagino, pero detesto las reuniones de madres, pensar en hacer disfraces, escenografías de árboles, que no haya varones en la organización. De todos modos, este jardin de infantes está buenísimo. Del anterior lo cambié porque entre otras cosas, cuando fuimos a conocerlo, la directora nos dijo: "y esta es la salita de las nenas: acá está la cocina; acá la plancha...". Imaginate, cuando f jamás me ha visto con una plancha en la mano. El que plancha en casa (y solo sus camisas, y solo una vez por mes) es l.
¿será por malamadre que el día de la madre mi hijo me despertó -con su regalo bajo el brazo elegido por él "un libro, para que le dure toda la vida"-, con el grito de "Felíz día de la primavera, mamá!". Todavía me acuerdo y me muero de la ternura.
Ayer chateaba (cosa que no hago casi nunca, solo con un par de amigos que están lejos) con una amiga que vive en Chile, necesita terapia, allá es carísimo. Le contaba de algunas de mis experiencias con ex psicólogos. Tuve uno que no era psicólogo sino ingeniero (me enteré después). Yo se lo había recomendado a una amiga y él siempre le insistía en que no terminara su carrera. Lo de su falso título saltó cuando otro amigo mío lo invitó a formar parte de su consultorio. A veces lo veo, a mi ex psicólogo, caminando por el centro, con anteojos negros y bastón blanco de ciego. Otras, va andando lo más campante, sin ninguno de dichos elementos. Creo que piró mal. Entre otras cosas, se quedó con una mesa mía de algarrobo, nunca me la devolvió. Pero esa es otra historia que contaré otro día. Solo adelanto que otra de sus pacientes, en aquel tiempo en que yo lo visitaba, era mi madre.
Otro (al que todavía respeto) se puso de novio con una de sus pacientes (una amiga a la que yo se lo había recomendado). Una vez me dijo que una de las posibles curas para mi mal era tomarme un litro de cerveza. Después de eso, lo crucé en varias fiestas (él del brazo de mi amiga, obvio). Su baúl siempre iba lleno de botellas llenas de whisky. Este zafa, además lo sigo queriendo, pero no seguí terapia con él. Se separó de mi (ex) amiga, la acusó de gato. Por otro lado ella, pasó de chica común a amante de ex ministro y de ahí en adelante no paró de ascender en su trabajo: ahora, cobra un sueldo descomunal de secretaria de estado mientras se queda en su casa, escribiendo memorias de ex ministro. Compartíamos oficina. Cuando empezó a ascender nunca más me saludó en ese espacio (y se supone que eramos amigas! todavía duele). capaz que esta tarde me la reencuentre en curso de velos (ella me recomendó el libro). Raro. Jamás me había pasado con alguien querido.
Otra me atendía en horario de la siesta y se quedaba dormida en las sesiones. Yo me torturaba pensando que mis historias no eran lo suficientemente atractivas ¡ni siquiera para mi psicóloga, a la que le tenía que pagar para que me escuchara! A veces pensaba que entornaba los ojos, pero no, la mina se dormía en serio. Me enteré de esto unos meses después de dejar, cuando me encontré con otro de sus ex pacientes y me contó que había abandonado la terapia por lo mismo.
La que tengo ahora pinta muy normal y tiene la mejor sala de espera imaginable: dos cuadros inmensos de Cuello y unos papiros verdes y altísimos que son la envidia de cualquier vivero, más una mesita ratona llena de Rolling Stones. Lástima que nunca me hace esperar.
Una de las cosas más lindas del libro, además de sus dibujos -que son de Pignon-Ernest-, es su prólogo. El prólogo lo escribe la traductora, Mara Negrón, quien se define a sí misma como una "lectora des-velada" del libro que traduce, su traducción es magnífica y termina el prólogo diciendo "leer o traducir como cortar sesgadamente en un pliegue o un lienzo". Luego sigue: "Hace varios días que la lectora se encuentra desvelada, entre su cama y su libreta de notas...". A veces pienso que me hubiera gustado ser traductora, pero una traductora como Negrón. Eso me pasa a veces cuando me topo con gente apasionada por lo suyo, me contagian. Ella escribe y traduce desde un estado de conmoción que contagia. Es un libro hecho de a tres, podría decirse. Su traducción impura, velada, no transparente, repite siempre con una diferencia. Negrón no sabe, se confunde, no sabe ya si es lectora o traductora. Velos también habla de una marca en el cuerpo: la miopia y, luego, la pérdida de la miopía. Y después, derrida, escribe sobre el avión, en un vuelo que lo trae, en el 95, a buenos aires. Ojalá lo puedan leer, ojalá les guste.
Malamadre: pensé varias veces en vos en estos días. La primera, cuando fui a operar a mi hijo. En el momento en que entró al quirófano (ya lo había hablado a esto con su padre), les dije al médico y a la enfermera que yo no iba a entrar, que iba a entrar l (podía entrar solo uno de los padres). Me generaba pánico la idea de ir viendo cómo se dormía por el efecto de la anestesia. Cuando anuncié mi decisión, la enfermera respondió asombradísima: "Qué raro, siempre entran las mamás".
Luego, reunión de padres (a la que solo fueron madres, salvo l.) para preparar la fiesta de la familia. Yo también fui, aclaro. Se decide preparar una obra de prokofiev, pedro y el lobo. Los mails que siguen a la reunión siguen siendo dirigidos a las madres, desde otras madres. Yo decido que no seguiré yendo. A la segunda, que es el miércoles, irá l., que por otra parte, no se siente muy cómodo siendo el único hombre de las reuniones. Una madre que yo no conocía, se sentó a mi lado y me dijo: "ah, vos sos la mamá de f, el que se queda solo en los cumpleaños", porque mi hijo, parece, es el único del jardín al que su malamadre deja solo en los cumpleaños. Los chicos la van a pasar bien en la fiesta de "la familia", imagino, pero detesto las reuniones de madres, pensar en hacer disfraces, escenografías de árboles, que no haya varones en la organización. De todos modos, este jardin de infantes está buenísimo. Del anterior lo cambié porque entre otras cosas, cuando fuimos a conocerlo, la directora nos dijo: "y esta es la salita de las nenas: acá está la cocina; acá la plancha...". Imaginate, cuando f jamás me ha visto con una plancha en la mano. El que plancha en casa (y solo sus camisas, y solo una vez por mes) es l.
¿será por malamadre que el día de la madre mi hijo me despertó -con su regalo bajo el brazo elegido por él "un libro, para que le dure toda la vida"-, con el grito de "Felíz día de la primavera, mamá!". Todavía me acuerdo y me muero de la ternura.
Ayer chateaba (cosa que no hago casi nunca, solo con un par de amigos que están lejos) con una amiga que vive en Chile, necesita terapia, allá es carísimo. Le contaba de algunas de mis experiencias con ex psicólogos. Tuve uno que no era psicólogo sino ingeniero (me enteré después). Yo se lo había recomendado a una amiga y él siempre le insistía en que no terminara su carrera. Lo de su falso título saltó cuando otro amigo mío lo invitó a formar parte de su consultorio. A veces lo veo, a mi ex psicólogo, caminando por el centro, con anteojos negros y bastón blanco de ciego. Otras, va andando lo más campante, sin ninguno de dichos elementos. Creo que piró mal. Entre otras cosas, se quedó con una mesa mía de algarrobo, nunca me la devolvió. Pero esa es otra historia que contaré otro día. Solo adelanto que otra de sus pacientes, en aquel tiempo en que yo lo visitaba, era mi madre.
Otro (al que todavía respeto) se puso de novio con una de sus pacientes (una amiga a la que yo se lo había recomendado). Una vez me dijo que una de las posibles curas para mi mal era tomarme un litro de cerveza. Después de eso, lo crucé en varias fiestas (él del brazo de mi amiga, obvio). Su baúl siempre iba lleno de botellas llenas de whisky. Este zafa, además lo sigo queriendo, pero no seguí terapia con él. Se separó de mi (ex) amiga, la acusó de gato. Por otro lado ella, pasó de chica común a amante de ex ministro y de ahí en adelante no paró de ascender en su trabajo: ahora, cobra un sueldo descomunal de secretaria de estado mientras se queda en su casa, escribiendo memorias de ex ministro. Compartíamos oficina. Cuando empezó a ascender nunca más me saludó en ese espacio (y se supone que eramos amigas! todavía duele). capaz que esta tarde me la reencuentre en curso de velos (ella me recomendó el libro). Raro. Jamás me había pasado con alguien querido.
Otra me atendía en horario de la siesta y se quedaba dormida en las sesiones. Yo me torturaba pensando que mis historias no eran lo suficientemente atractivas ¡ni siquiera para mi psicóloga, a la que le tenía que pagar para que me escuchara! A veces pensaba que entornaba los ojos, pero no, la mina se dormía en serio. Me enteré de esto unos meses después de dejar, cuando me encontré con otro de sus ex pacientes y me contó que había abandonado la terapia por lo mismo.
La que tengo ahora pinta muy normal y tiene la mejor sala de espera imaginable: dos cuadros inmensos de Cuello y unos papiros verdes y altísimos que son la envidia de cualquier vivero, más una mesita ratona llena de Rolling Stones. Lástima que nunca me hace esperar.
1 comentarios:
gracias por la recomendación! con respecto a los hijos durmiéndose en las anestesias es muy duro y verlos despertar sufriendo también.
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