miércoles, octubre 15, 2008

la verdad de la milanesa

acabo de tomarme cuatro valiums de cinco y nada, el sueño no me baja. No es una costumbre. Pero desde hace cinco noches, duermo mal, casi no duermo. Me despierto cansada, todo el día jaqueca. Quiero descansar, dormir bien, con intensidad. Ni siquiera sé si debo definirla como una jaqueca, es un dolor intenso en la séptima u octava cervical, mi talón de aquiles cuando algo no anda bien en mi mundo. Recién una amiga de mi mamá me llamó y me recomendó bañarme en agua con pétalos de rosas rojas y miel (así son las amigas de mi mamá). Solo pensar en la bañera llena, los pétalos cual belleza americana y el olor de la miel y mmm pero este dolor no me deja olvidarme del cuerpo, me instala en la cabeza, como una cápsula a punto de romperse y no puedo disfrutar, ni la bañera, ni la hamaca paraguaya, ni la música, ni mi hijo. Ni hablar de coger (aunque en ciertos manuales como El cuerpo tiene sus razones, los de Louise Hay y los libros de Wilhelm Reich dicen que el dolor de cabeza tiene su origen en la abstinencia sexual, es algo así como su metáfora). Espero tener una buena noche. Y cuando pase esta seguidilla de médicos y de inspectores, debería recomenzar natación, cinta. La verdad de la milanesa, los únicos bálsamos en esta tierra que me reconectan con mi cuerpo, me reciclan la tristeza y la furia y me devuelve la alegría. ¿por qué me costará tanto volver, la continuidad?

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