Y como terminó la noche
Empecé dando la segunda mano a la puerta, pero, previsiblemente, enseguida me cansé. Entonces se me ocurrió una idea brillante. Cambié el menú. El chop suey quedó para otro día y soborné a mi marido con su comida preferida: pastel de papas, que debo haberle hecho sólo una vez desde que nos conocemos, hace siete años. A cambio de qué? de que terminara lo que yo, con tanto entusiasmo, había comenzado.
Ahora el pastel está en el horno. A la puerta le falta una tercera mano. Pero vamos a comer primero. Veremos mañana cómo continúa.
4 comentarios:
las fotos quedaron en otra orden al cronológico.
bueno! me gustó!
yo tb tengo pensado pintar mi puerta de rojo pero la fiaca que me provocan estas actividades triplica mi entusiasmo... alguna vez juntaré fuerzas
qué bueno que te haya gustado, Marie. Es increíble cómo cambio el ambiente, que era tan frío. Todavía está la última mano sin dar, nos tiramos la pelota con L. y la puerta continúa rodeada de cinta de enmascarar.
Me encanta quehayas pintado tu puerta roja.
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