sábado, agosto 30, 2008

dreams come true

Beeing the change to see one wishes to see into the world (G y TP)

El año que viene voy a dar un taller de creatividad. Veo como, uno a uno, los propósitos que tenía para le año se han ido cumpliendo. Este era uno de ellos. Ya lo aceptaron, falta ahora elaborar el programa y que se anoten los alumnos. Esto último será el año que viene. Así que iré pensando cosas en este blog que, por el momento, y hasta que alguien me diga cómo hacer para que quede desvinculado de mis otros blogs laborales, seguirá circulando entre pocos.
Tendría que revisar mi cuaderno de tapas negras (y el anterior, de tapas rojas), hermosos, con hojas color manteca, donde está mi wish list a ver qué queda por cumplirse: creo que la dsc (no falta mucho, sólo desagotar alguna tarjeta de crédito, generar algún trabajo más) y nyc. Este último está planeado no para ahora, así que hay tiempo para que se cumpla. Quizás julio del año que viene, F más grande.

Mi banda de sonido estos días, una y otra vez, sin cansarme: Regina Spektor, The consequence of sounds.

Anoche fuimos a ver Lola al cineclub. Nos sentamos y, había leído mal el horario en el diario! Vimos Clima, una turca, aburridísima. Los personajes (una pareja madura en crisis) duermen -primer plano largo-, primer plano de un insecto, del cabello de la protagonista, los personajes bostezan, los personajes ven caer la nieve, la protagonista llora en primer plano largamente y así. no entendía por qué toda la sala se reía, incluso luis. ¿qué me estaba perdiendo de esa trama en la que andy warhol y sus nueve horas filmando a un hombre que dormía era un poroto? El hombre que dormía (y roncaba), en este caso, estaba en la sala misma.
Si hubieran sido mis épocas de dos o tres películas al día (tiempos del sha, del ift, del cosmos), hubiera estado todo bien. Pero era la primera noche en meses que mi mamá cuidaba a f. y además tenía mucha ilusión de ver Lola. Después nos fuimos a un lugar que me gusta, pisos de madera entablonados, paredes teja, muy chiquito, a tomar unos tempranillos y comer queso. L. me dijo que sentía que estábamos mejor y que él lo adjudicaba, en parte, a que su terapia estaba funcionando. Ahí me dijo que en la terapia hablaba de nosotros. Me gusta cuando me hace esas confesiones mínimas y sentidas. Luego empezamos de nuevo a discutir un poco. Me preguntó que pensaba que podía hacer para su cumpleaños. Opiné y no le gustó. Es que yo cada día soy más íntima, como diría Silvina Ocampo.

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