martes, noviembre 08, 2005

La vida que me alcanza

Finalmente, no ví manhattan. No tengo auto, el video más cercano está a diez cuadras y no tiene nada de nada, estoy sola con el bebé. Puse el disco de celeste carballo que estaba traspapelado en casa de mi vieja desde hacía años y me puse a bailar y a cantar con el inocente fran de público, que festejaba con carcajadas el show de su madre y cantaba a dúo. Después, charla con l, cena: arroz integral con berenjenas y tomates asados, cigarrillos y a la cama temprano. eSta mañana, la imaginación se pone a trabajar una vez más.
Mis compañeros de secundario quieren festejar los 20! años de nuestro egreso. Siempre me parecieron patéticos esos encuentros, sobre todo yo, que provengo del colegio alemán y siento que no tengo nada que ver con estos ex compañeros. Me puse a buscarlos en google, siguiendo la idea de piro. Casi ninguno aparece, salvo una médica y otra, en una carta de lectores que es de antología y que prometo postear más tarde, defendiendo lo indefendible, la censura que se hizo en córdoba de un artista plástico que pintó cómo el espíritu santo se cogía a la virgen maría para dar a luz a cristo. Esta ex compañera le escribe al intendente dando cuenta de su dolor por la pintura del artista en cuestión. Im-per-di-ble. Y entonces me doy cuenta cada vez de manera más clara de por qué siempre me sentí un sapo de otro pozo en la escuela y de por qué, durante 20 años le esquivé al bulto de las reuniones de fin de año con los ex compañeros. Aunque este año estoy con un poco de curiosidad, creo que puedo divertirme, pero no sé, también me da miedo sentirme patética o volver a conectarme con aquellos sentimientos de adolescente descolocada. Sigo siendo un bicho raro, una outsider (aunque un poco más adaptada, de hecho trabajo para el estado como quería mamá), la oveja negra de la familia (aunque con compañero e hijo que me redimen un poco), la que no se operó la nariz ni se tiñó de rubio ni vive en un country ni se casó con un millonario como se hubiera esperado de mí, en la escuela y en la familia. La que fue alumna diez (o nueve cuarenta) en el primario, secundario y dos carreras universitarias, pero hoy tiene un laburito de mala muerte que apenas le alcanza para comprarse, con suerte, un auto modelo 80. La rara, la hipona, la que por haber hecho juicios frente a situaciones injustas hoy es la oveja negra de los medios. Bueno, tanta autoconmiseración de víctima me está dando un poco de asquito. Acá lo dejamos. Esta fue otra entrega de la serie blog-terapia (o, volvé al diván nena, tus amigos y lectores te lo agradecerán).

2 comentarios:

Blogger Marcela Fumale ha dicho...

Ufffff!
Te leo desde hace muuucho, pero nunca pensé que nos pareciamos tanto. Salvo que mi adolescencia fue genial y que no era la rara, sino la loca, la que fumaba marihuana desde 4º, la hipona y la reaccionaria. En todo lo demás casi que somos un calco.
El año que viene se cumplen los 20 de mi final de secundaria; y la verdad me da un poco de cosa encontrarme con tanta nerd de antaño devenida en señora de country con ciento de cirugías encima...
En fin. Fue un gusto.
Saludos.

5:48 p. m.  
Blogger daniela ha dicho...

un placer tenerla de lectora, shered

6:42 p. m.  

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